El transcurrir de los hechos y el paso del tiempo, traen consigo constantes cambios en las situaciones cotidianas que nos rodean, ante las cuales mantenemos ya cierta indiferencia. En la actualidad hay una imposibilidad para reconocer los espacios, ya que pueden parecernos familiares y a la vez tan diferentes, están en una constante metamorfosis, junto con todo lo que contienen. Definitivamente los paisajes que se perciben en una ciudad tan caótica, tan apresurada, tan llena de vida, son efímeros, incontrolables. Se transforman a partir de elementos improvisados cuyo origen no es arquitectónico. Es imposible comprender una manera de adaptarse al paso del tiempo y los cambios que provoca; es difícil percibir de que formamos parte. Las distintas historias que habitan los espacios públicos; me han servido para construir pequeños escenarios improvisados, para retratar una postal del paisaje cotidiano, quizás más un paisaje inventado, que uno real. En esta serie, el paisaje se construye a partir de reconocerlo como un pequeño pedazo de tiempo en transformación continua; que crea una identidad de cada espacio, con lo que en ese momento le pertenece. Enfatiza que cualquier elemento, objeto y persona, puede convertirse en arquitectura, y de cómo esta puede tener la función de crear la identidad del espacio retratado.La ciudad es enorme, cierto, pero el detenerme a tratar de encontrar los elementos que son propios dentro de algún paisaje, me permite entenderlo como una unidad social, espacial y cultural; me reafirma la identidad del tiempo actual, y me recuerda que la ciudad es como un rizoma, cualquier elemento puede afectar o incidir en el otro, dando como resultado un todo en constante actividad.
